Quienes habitaban la zona del kilómetro 14 vivían en condiciones indignas, en casas de lámina por las que pagaban renta, y sin acceso a los servicios básicos. Motivada por padres de familia del Colegio Merici, con apoyo del padre Rodolfo Escamilla y alentada por las mujeres, la comunidad se organizó, enfrentó hambres, presiones policíacas y detenciones, y ganó la tierra en la que construyeron casas que albergarían a más de 200 familias.

Este territorio tiene una gran relevancia para la lucha por el derecho a la vivienda en América Latina. Sin embargo, en la década de los 90s, el crecimiento urbano y la especulación sobre el valor de los terrenos generó una gran división entre las y los socios cooperativistas, a partir de lo cual un grupo de disidentes se separó del proyecto y comenzó un proceso para obtener escrituras individuales.